5 jul 2015

3 mentiras que te impiden alcanzar el éxito

Bien se dice que no hay peor mentira que la que se dice a uno mismo: el autoengaño es un distractor que te impide avanzar y alcanzar tus objetivos.


Pregúntale a quién quieras qué es lo que no perdonaría o no soporta de otras personas y es muy probable que mencione temas relacionados a la falta de honestidad o de sinceridad y las mentiras.  Paradójicamente nadie nos miente mejor que nosotros mismos.

Utilizamos el autoengaño como un paliativo o un distractor de aquellas cosas que nos cuesta  trabajo reconocer o aceptar. También es una forma de convencernos a nosotros mismos y así hacernos más fácil la tarea de convencer a los demás, para lograr lo que queremos o evitar que nos suceda lo que no queremos.

La mejor manera de combatir el autoengaño es reconocerlo, para posteriormente poder entender: ¿Qué mentiras me estoy contando? ¿Para qué me las estoy contando? ¿Qué escondo detrás de mis mentiras? ¿A qué le tengo miedo? ¿De qué no quiero darme cuenta? ¿Qué estoy ganando?

“Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”.- Paul Joseph Goebbels

Te invito a reflexionar en las siguientes formas de autoengaño y observar si te identificas con alguna de éstas:

1. “Yo no tengo ningún problema”
Es común que nos demos cuenta que en nuestro entorno existen diversos problemas, sin embargo, es difícil que los veamos como nuestros y logremos entender cuál es nuestra parte de responsabilidad en dichos problemas y de qué manera contribuimos a acrecentarlos o disminuirlos.

Ésta es una de las mentiras más peligrosas que nos podemos decir, pues da origen a muchas de nuestras acciones, sin embargo, lo hacemos de manera inconsciente. Nos impide ver las consecuencias de nuestros actos, tanto para otros como para nosotros mismos.

¿Qué decisiones te llevaron a estar en la situación en donde te encuentras?

2. “Es responsabilidad del otro”
Esta mentira nos ayuda a justificar tanto nuestras acciones como la falta de éstas. Una máscara de inocencia ante mí mismo y ante los demás. Lo más sencillo es encontrar la responsabilidad en el otro y dejar todo en sus manos para que la situación se resuelva. 

Exageramos los defectos o fallas de los otros para justificar nuestros propios errores y enaltecemos nuestras virtudes. En este momento comienza a distorsionarse la visión de la realidad y se ve al mundo de manera que ayude a justificar acciones y a evadir responsabilidad.

Tampoco significa que nosotros seamos culpables de todo, pero nuestras acciones (ya sean con o sin dolo) influyen de alguna manera en la generación de un conflicto o malentendido y cuando resolvemos nuestra parte es más sencillo que se resuelva la de los demás.

3. “Ya hice todo lo que está en mis manos”
El juego favorito del autoengaño es el victimismo. Ningún otro rol lo hace sentirse más cómodo que el de la víctima que sufre mucho y que nada puede hacer para evitarlo. La mayor ganancia aquí es que logra manipular a los demás para obtener lo que quiere y llamar su atención.

Pregúntate: ¿Verdaderamente es todo lo que puedo hacer? Desafíate a ti mismo para crear nuevas posibilidades constantemente. Ya sea para quedarte o para irte de ahí, la idea es no permanecer estancado en la misma problemática.

El autoengaño nos ha sido útil para lograr lo que queremos o evitar sentirnos mal ante diversas situaciones, pero también nos trae consecuencias negativas como la pérdida de relaciones, la generación de ambientes hostiles y nos impide avanzar a escenarios más productivos en nuestra vida.

¿Con qué otros recursos podrías reemplazar el autoengaño, para poder obtener los mismos beneficios de mentirte a ti mismo?

Autor: MARCELA HERNÁNDEZ Y HERNÁNDEZ, COACH EMPRESARIAL Y DE VIDA
Fuente: http://www.altonivel.com.mx
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