16 jun 2015

Sé consciente de tus pensamientos y alcanza tu meta

¡Cuidado con lo que estás pensando! Pensar, decir y hacer, este proceso define nuestra realidad. ¿Qué tan consciente eres de esto?

Después de todo ¡no eres astronauta, porque no has pensado en ello lo suficiente! Te aseguro que si todos los días pensaras en que lo eres y en los viajes maravillosos que disfrutarás; si todos los días pensaras algo relacionado con el fabuloso viajero del espacio que serás, pronto estarías hablando de tu plan para convertirte en astronauta o de los beneficios que te da ser uno de ellos o de lo que tú quieras relacionado con ser astronauta; pronto estarías platicando de eso.

Te puedo asegurar, que después de comentarlo varios días, todos los días, pronto estarías haciendo cosas que te acercaran a tu pensamiento inicial: Soy astronauta. ¿Te das cuenta de lo importante que es el pensamiento?

Si quieres comenzar a practicar alguna acción de crecimiento personal, comienza con esta: “Atiendo mis pensamientos”

“A mayor consciencia tomo mejores decisiones que me llevan a mejores resultados”

¿Qué estoy pensando en este momento?, ¿en qué estaba pensando hace media hora? La fórmula mágica:

Es tan importante esta fórmula que le dedicaremos un artículo completo más adelante.

Ahora bien, ¿cómo le puedo hacer para generar consciencia o atender mis pensamientos?, ¿voy a tener que pensar todo el día en lo que estoy pensando?, ¡se me va a olvidar! Calma, a continuación te daré algunos tips para ser consciente de tus pensamientos.

Un “ancla” para generar consciencia
¿Cuál es el objeto que más te guste y que puedas llevar contigo cómodamente? Determina qué es. Date un tiempo, puede ser una piedra, un sobre de azúcar,  tu celular, etcétera. Lo que tú quieras.

Ahora que ya tienes tu objeto, tómalo y míralo. Ese objeto es tu “ancla” para que generes consciencia sobre tus pensamientos, cada vez que lo toques, a cualquier hora del día, te preguntarás ¿en qué estaba pensando hace 5 minutos? Después de practicarlo diario por 1 mes, notarás que ya no necesitas tu “ancla” para generar consciencia, pues habrás desarrollado el hábito de atender tus pensamientos.

“Si quiero ser astronauta primero pienso que quiero ser astronauta”, luego lo paso a presente: Soy astronauta. No te preocupes, el cerebro te aguanta algunas mentiritas blancas, siempre y cuando, avances para conseguirlo.

¿Qué pensamientos debo atender especialmente?
Los limitantes y  las redes mentales: NO. “Estoy gorda”, “no tengo dinero”, “ya se me pasó la vida”, “no nací en un país rico”, “el problema es que no tengo ojos verdes pero sí poco pelo”, etcétera. Esos pensamientos nos llevan a ser víctimas, a sacar el violín y tocarnos una canción que nos consuele de todos los males que sobrellevamos en esta vida. Podemos adoptar cualquiera de las dos siguientes actitudes: La de víctima, o la de líder/sobreviviente. Y nada ni nadie toma esa decisión más que tú. Sé que suena duro, pero es la verdad.

“Yo decido cómo me siento”
“Yo decido lo que pienso”
“Yo soy quien soy porque así lo he decidido”
La siguiente mini aventura muestra la manera en que los pensamientos limitantes afectan nuestras emociones que después, se convierten en palabras y luego en acción.

El monje que salvó los zapatos
El bosque comenzó a brillar mientras el sol se dormía. Las coronillas de los dos monjes que caminaban por ahí, casi lo reflejaban. Platicaban sobre el presente y lo felices que eran por simplemente ser; disfrutaban de las aves y su sonido; de las nubes y su vaivén. Contemplaban el presente.

Llegaron a un riachuelo y para cruzarlo tenían que mojar sus pies, no les importaba, estaban ansiosos por disfrutarlo.

Entonces la vieron: una preciosa chica apareció al otro lado del riachuelo. Uno de los monjes pensó: “yo no voy a acercarme, mis votos me lo prohíben, mantendré mi distancia de ella mientras cruzo el riachuelo”. Así lo hizo.

El otro monje…el otro monje pensó: “que tanto es tantito, no pasa nada, la voy a ayudar”. Así lo hizo, cruzó el riachuelo, llegó con la hermosa mujer y le dijo: Tus zapatos están muy bonitos para que se echen a perder. La chica pensó: “Tiene razón, si se descomponen, ¡tan sólo me quedarían 49 pares más!”. El monje se ofreció a ayudarle y la chica aceptó. El monje la cargó y la llevó al otro lado del riachuelo, ambos estaban muy contentos, las miradas lo confirmaban. Se despidieron y tomaron sus caminos.

El monje contento alcanzó a su amigo que iba más adelante. Desde que se le emparejó sintió la energía que irradiaba del molesto amigo. No hubo palabras, simplemente caminaron y caminaron.

Pasaron dos horas y por fin llegaron a su santuario. Se sentaron en el patio, recargados en el gran árbol que tanto había escuchado sus pláticas. Entonces lo sacó, el monje que cruzó primero el riachuelo le dijo: “¡No lo puedo creer!, ¿cómo pudiste?, ¡estoy enojado y muy molesto por lo que sucedió!

Su amigo que aún seguía contento por ayudar a la bella chica a cruzar el riachuelo, lo miró profundo en los ojos y dijo: “Amigo mío, yo solté a la mujer 2 horas atrás, veo que tú aún la sigues cargando”.

Autor: VÍCTOR SUÁREZ, COACH HUMANOS EN DESARROLLO
Fuente: http://www.altonivel.com.mx
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