Admitir tener miedo a fracasar es considerado una señal de debilidad; no obstante, la realidad es que todos los seres humanos tenemos en algún momento miedo al fracaso. Muchas personas van por la vida aparentando no tener ninguna debilidad, y en realidad tienen miedo de no ser suficientemente inteligentes, disciplinados(as) o capaces de lograr lo que quieren.
En primera instancia, es importante entender que el miedo que sentimos es una emoción humana muy natural, que todos tenemos en ciertos momentos de la vida y que nunca va a desaparecer por completo; es parte de la condición humana que nos constituye. De hecho, entre más trabajemos sobre nuestros miedos, ya sea escondiéndolos, evadiéndolos, preocupándonos o sobreanalizándolos, más nos vemos afectados por ellos; sin embargo, una comprensión del miedo y de cómo afecta nuestras vidas nos dará la pauta para implementar ciertas prácticas que pueden ayudarnos a tener mayor tranquilidad y efectividad.
En Mesa Consultores planteamos que existen dos tipos de miedos: miedo auténtico y miedo inauténtico. El miedo auténtico existe cuando enfrentamos una amenaza real, como cuando alguien nos está apuntando con una pistola o estamos a punto de ser arrollados por un auto. Con este tipo de situaciones es lógico tener miedo y reaccionar de manera instintiva, ya sea huyendo, peleando, paralizándonos o intentando apaciguar al otro; estas son todas las reacciones biológicas que tenemos, diseñadas para ayudarnos a sobrevivir dicha amenaza.
Por otro lado, un miedo inauténtico es un miedo al fracaso que podríamos tener en el futuro, pero que no está sucediendo ahora. Ejemplos de miedos inauténticos incluyen ser despedido, fracasar en un proyecto o puesto, o acabarnos el dinero que tenemos y no poder cuidar o alimentar a nuestra familia.
La reacción ante este tipo de miedos tiende a generar mayor preocupación y parálisis en el presente, lo cual hace más fuerte nuestro miedo, e impacta nuestras acciones, pues causa que hagamos menos de lo que deberíamos hacer o que lo hagamos con poca efectividad.
La clave es estar suficientemente conscientes de nuestro miedo para poder distinguir si estamos lidiando con un miedo auténtico o inauténtico, y responder adecuadamente a los miedos inauténticos. Podemos detener nuestra reacción biológica y ser más efectivos en la vida al tomar las siguientes acciones:
Practica constantemente estar presente y no dejar que tu mente y tus acciones entren en piloto automático.
Espera tres segundos antes de reaccionar.
Hazte preguntas que tu amígdala, sede de todas nuestras emociones, no puede contestar, tales como: ¿qué posibilidad o lección me da esto? ¿cuál es la respuesta más adecuada y de mayor beneficio ante esta situación?, ¿qué le diría o recomendaría a mi hijo(a) o mejor amigo(a) si estuviera lidiando con esto?
Toma las acciones requeridas a pesar de tu miedo.
Detener nuestras reacciones biológicas ante un miedo inauténtico no es sencillo, debido a que la mente está diseñada para reaccionar de manera automática, y no distingue inmediatamente si la amenaza es real o imaginaria. Además, muchos de nosotros tenemos toda una vida reaccionando instintivamente, pero la buena noticia es que ahora sabemos que existen dos tipos de miedos y podemos empezar a practicar estar presentes, contar durante tres segundos para distinguir si nuestro miedo es auténtico o inauténtico, y hacernos preguntas que solo la corteza cerebral, la parte pensante de nuestro cerebro, puede contestar, tomando las acciones requeridas a pesar de nuestro miedo.
Asumir estas prácticas todos los días, en cada momento, nos generará muchos beneficios a mediano y largo plazo, nos ayudará a obtener mejores resultados y vivir una vida con un mayor grado de tranquilidad y efectividad.
Autor: EDUARDO LAN
Fuente: http://www.altonivel.com.mx
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