En
el mundo existen 180 millones de personas infectadas
La detección temprana de la hepatitis C previene la cirrosis hepática y el cáncer de hígado
Cada año mueren más de 350 mil personas por causa de enfermedades hepáticas
vinculadas con la patología
El
virus de la hepatitis C– también conocido por sus siglas VHC – es una de las
infecciones más comunes que afectan el hígado. Actualmente es uno de los
principales padecimientos globales, estimando un incremento de entre tres y
cuatro millones de nuevas infecciones anualmente.
La hepatitis C
tiene un periodo de incubación entre dos semanas y seis meses, después de la
infección inicial. Sin embargo, aproximadamente el 80% de las personas no
manifiestan ningún síntoma. El restante, pudiese presentar un cuadro clínico
agudo con fiebre, fatiga, falta de apetito, náuseas, vómitos, dolores
abdominales, coloración oscura de la orina, heces de color grisáceo, dolores en
las articulaciones y coloración amarilla de la piel y el blanco de los ojos
(ictericia).
La patología se
transmite a través de la vía parenteral, es decir, por contagio directo de la
sangre del portador. Su incidencia es elevada en personas que se han sometido a
procedimientos quirúrgicos, pacientes que reciben transfusiones de sangre o
tratamientos hemoderivados – como por ejemplo la hemodiálisis y la
quimioterapia –, personas con tatuajes o piercings realizados
sin las debidas condiciones y de madre a hijo al momento del parto (raramente
por esta vía). Asimismo, tienen mayor riesgo los profesionales de la salud, que
frecuentemente manipulan material quirúrgico o están en contacto con sangre de
los pacientes que podría estar contaminada.
Este tipo de
hepatitis también se puede transmitir a través de relaciones sexuales con una
persona infectada, sin embargo es una vía poco común. Lo que sí es importante
destacar, es que el virus no se transmite por la leche materna, los alimentos
ni el agua; tampoco por el contacto social que implican los besos y abrazos o
el compartir alimentos o bebidas con una persona infectada, como sucede con
otros tipos de hepatitis viral.
¿Cuáles son las consecuencias si no se trata el VHC?
El virus de la
hepatitis C ocasiona muerte celular en el tejido hepático y, como consecuencia,
inflamación del hígado; efecto que a corto o largo plazo puede terminar
afectando permanentemente el funcionamiento del órgano, derivando en otros
padecimientos de mayor gravedad. Aproximadamente el 85% de las personas que
sufren la infección por VHC pueden progresar a la cronicidad, y cerca de un 20%
puede llegar a sufrir de daños más severos como cirrosis o carcinoma hepático
(en los 20 años que siguen a la infección inicial).
Una de ellas es
la cirrosis, afección en la que el hígado se deteriora lentamente y funciona
incorrectamente debido a una lesión crónica; es allí cuando el tejido sano del
órgano se sustituye por tejido cicatricial, bloqueando parcialmente la
circulación de la sangre a través del hígado deteriorando su funcionamiento.
Asimismo, se puede generar hepatocarcinoma, un cáncer del hígado que constituye
el 80-90% de los tumores hepáticos malignos primarios, y es más frecuente en
hombres entre los 50 y 60 años de edad.
Las estadísticas
indican que entre un 5% y un 20% de los pacientes con infección por VHC no
diagnosticados a tiempo contraen cirrosis y que al contrario de lo que se
piensa, la mayor incidencia de cáncer hepático - en un 25% de los pacientes
diagnosticados - la causa fundamental de
la enfermedad es el VHC.
Esto dependerá
del tipo de VHC que haya contraído el paciente; pudiendo ser aguda – que se
produce de forma abrupta e intensa y pudiese presentar síntomas – y/o crónica,
que se mantiene por más de seis meses, asintomática. En ambos casos, los
efectos secundarios no se manifiestan sino varios años después de la infección,
cuando se encuentra en estado avanzado.
Diagnóstico preventivo
La primera
exploración en un paciente con sospecha de enfermedad hepática es la
realización de uno o varios análisis de sangre, de dónde se obtendrá
información relativa a:
- La función hepática (medición de
albúmina y protrombina, bilirrubina, entre otros)
- La existencia de inflamación y
destrucción de los tejidos (medición de las transaminasas)
- Presencia de anticuerpos contra el
virus de la hepatitis C en la sangre
La presencia de
anticuerpos contra el VHC sólo indica que se ha estado en contacto con el
virus, pero no es determinante de la patología. Por el contrario, puede que una
persona que se haya infectado recientemente aún no tenga anticuerpos.
En aquellos
pacientes que presentan anticuerpos contra el VHC, la presencia activa de
infección será confirmada por un estudio de sangre llamado Reacción en Cadena
de la Polimerasa (PCR, por sus siglas en idioma inglés). La presencia de virus
en sangre se denomina viremia y es indicativa de infección activa, por tanto
mediante esta prueba se determina la presencia del virus y también, si es necesario, se puede determinar
el tipo y cantidad presente. También se puede determinar el tipo específico de
virus (genotipo), importante para elegir el tratamiento.
Si existe la
sospecha clínica de que la hepatitis C pudiese haber llegado a ser causa de
cirrosis o cáncer de hígado, sería necesario efectuar una biopsia hepática y/o
pruebas de imagen.
Es importante
que las personas diagnosticadas con infección por VHC acudan a un médico
gastroenterólogo para poder determinar el tipo del virus y en caso de ser
crónico, con un hepatólogo, con la finalidad de
establecer cuál es el tratamiento adecuado y la duración del mismo.
Nuevas tendencias: se
puede vivir con Hepatitis C
Actualmente
existen nuevos tratamientos para la infección por VHC, con una efectividad promedio de más de
90% de erradicación del virus, cuya eficacia se contrasta con resultados
positivos en los estudios clínicos y pocos casos de reaparición del virus
y resistencia, proceso conocido como
falla virológica.
Esta segunda
línea de nuevos medicamentos disminuyen las complicaciones, recaídas,
retratamientos y el uso de medicaciones conexas; lo que permite que el paciente
evolucione satisfactoriamente y tenga una mejor calidad de vida.
Por supuesto si
el VHC es diagnosticado a tiempo los resultados pueden llegar a permitir que el
individuo tenga una vida normal. Es decir, mientras más rápido se elimine el
virus del cuerpo, el paciente podrá vivir como cualquier otro que no haya
presentado hepatitis C. Por esta razón, la premisa es diagnosticar temprano y
más rápido.
Fuente: Burson-Marsteller Venezuela