Después de identificar una gran oportunidad, debes tomar en cuenta los costos personales y financieros para poder levantar tu negocio.
El riesgo es fácil de entender. Al crecer escuchamos recordatorios diarios sobre este tema: “No juegues en la lluvia, puedes enfermarte.” “Mira a ambos lados al cruzar la calle.”
Cuando envejecemos aprendemos a ver los riesgos como una tarifa de admisión para las recompensas. La persona que te gusta no saldrá contigo si no preguntas. Para obtener ese trabajo debes aplicar. Después, es cuando aprendemos que las recompensas más grandes involucran los riesgos más altos.
El dinero es el primero que la mayoría de la gente ve. Pero el riesgo empresarial es mucho más profundo. La reputación está en juego. Los emprendedores también invierten tiempo y costo de oportunidad y apuestan capital intelectual exponiendo sus ideas al mercado.
Para muchos futuros emprendedores, los riesgos son bloques que los mantienen al margen. La posibilidad de perder mil dólares para tu startup y dejar un trabajo seguro es impensable.
En Japón, por ejemplo, un negocio sin éxito es dañino para la reputación de una persona, tanto que aquellos que no lo logran son forzados a irse para que no avergüencen a su comunidad. Esta barrera arriesgada es parte de la razón por la que el número de startups en Japón está entre los más bajos del mundo.
En un escenario escolar podemos reducir el riesgo y crear un lugar seguro para que los estudiantes traten de practicar el emprendedurismo. Hasta en el salón más seguro, la noción de pararse frente a 30 compañeros y presentar ideas está lleno de riesgos sociales. Eventualmente aprenden cómo evaluarlos y superarlos.
El mundo real no es tan simple. Los negocios fracasan. Los riesgos y consecuencias son reales.
Un buen consejo para los emprendedores potenciales, ya sea un salón de clases o en una mesa de cocina, es ser claro y objetivo sobre los posibles peligros de actuar en oportunidades reconocidas. Siéntate y escríbelas. Haz evaluaciones sobre cuánto valdría tu esfuerzo. Piensa que todo lo que escribas será un préstamo para realizar tu idea, uno que nunca recuperarás.
Una vez que tengas la lista de riesgos, busca maneras de reducirla o manejarla.
Para reducir los riesgos financieros, aquellos que consideran una nueva idea o producto frecuentemente piensan aproximarse a inversionistas ángeles o capitalistas de riesgo. Desafortunadamente, si eres emprendedor por primera vez, atraer a nuevos inversionistas puede ser muy difícil, consumir tu tiempo y puede ser poco gratificante. Pero juntar dinero por fuera es obligatorio para el éxito de tu oportunidad.
En lugar de perseguir ángeles, los emprendedores primerizos se acercan a la familia y a los amigos pidiendo ayuda, la gente que es más probable que inviertan en ellos como si fueran sus ideas. Ten en mente que sin importar a quién le pidas que invierta, poner tu propio dinero también demuestra que confías en tu idea.
Otra buena forma de disminuir los peligros es tener el consejo de tus mentores que puedan darte su opinión y analizar el riesgo. Eso es por lo que, además de nuestros maestros, llenamos nuestros salones de clases con mentores voluntarios y líderes de negocios experimentados.
Fuera del salón de clases hay redes de emprendedores y mentores. Aquellos con nuevas ideas y nuevos negocios pueden conectarse con aquellos que los pueden ayudar a entender y manejar el riesgo.
Desafortunadamente no hay libro con respuestas para saber cuándo el riesgo supera la recompensa o al revés.
Autor: Amy Rosen
Fuente: http://www.soyentrepreneur.com
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